Es de celebrar que la editorial Impedimenta haya convertido
en costumbre sacar a la luz grandes damas “no canónicas” de la literatura del S.XX
y que lo haga especialmente con escritoras británicas caracterizadas por un
magistral dominio de la ironía y el sentido del humor aplicados a una lacerante
crítica social (antes fueron Muriel Spark o Stella Gibbons) que en esta novela
en concreto alcanza tintes de verdadera obra maestra. El planteamiento moral-argumental
del libro no puede dejar de recordarme a la igualmente maravillosa El arpa
en la hierba de Truman Capote: un hecho totalmente inocente (aquí además
habría que añadir digno y valioso) que, por efecto de un entorno opresivo de
conservadurismo, hipocresía moral y luchas por el poder, acaba convirtiéndose
en un fenómeno completamente transgresor que sirve de “termómetro ético” de la
comunidad en que se desarrolla. La protagonista, Florence Green, una mujer de
mediana edad que ha llevado hasta el momento una vida un tanto opaca y
convencional de viuda respetable, decide poner una librería en su pequeña
ciudad inglesa guiada no sólo por inquietudes intelectuales sino por cierto
afán de hacerse “valer” como persona tras años de autopostergación (¿cuánto
tiene el personaje de reflejo biográfico de la propia Fitzgerald, que no empezó
su carrera literaria, concretamente con esta novela (1978), hasta los cincuenta
y ocho años y aún alcanzó reconocimientos como el Booker Price (con esta obra
quedó en puertas) y su posicionamiento como una de las voces referenciales de
su generación hasta su muerte en el año 2000?). Pronto su proyecto entrará en
colisión con las “fuerzas vivas” de la comunidad, especialmente la Señora
Gamart, prototipo de esa pequeña aristocracia local obsesionada con las
apariencias y la proyección de una falsa imagen de respetabilidad y
refinamiento, que desea convertir el local de la librería (una antiguo edficio,
Old House, con su propio poltergeist, elemento cómico que quizá se convierte en
una “motivación narrativa imperfecta” de la obra y resulta un tanto
innecesario) en un almibarado “centro de las artes” bajo su supervisión o Milo
North, el petimetre hueco local que, tras su reiterados fracasos de
establecerse como periodista de éxito en la BBC, se integra en el proyecto de
Gamart pero jugando un repulsivo juego “a dos bandas” con la ingenuidad de la
aprendiza de librera. De parte de Florence, el encantador “jefe” de los boy scouts
locales, Wally, la pequeña Constance, preadolescente de incisiva energía y
carácter que trabajará como ayudante en el negocio y desde su espontaneidad
todavía infantil será la única capaz de “castigar” a Mrs. Gamart (la risible
escena en que le golpea los nudillos como reprimenda por haberse saltado una
cola en una de las maliciosas visitas que realiza a la librería) y
fundamentalmente Mr. Brundish, aristócrata cuya vida de soledad y aislamiento
se convierte en una afrenta para sus “compañeros de clase” y su afán de
exhibición y social y que jugará un papel decisivo en hechos como el desarrollo
de un proyecto paralelo de biblioteca pública por parte de Florence o su venta
de los ejemplares de la “Lolita” de Nabokov que empezarán a labrar su derrota
final, cebo puesto con malévola inteligencia por Mrs Gamart y Milo en el que la
protagonista actúa no sólo por reacción contra la hipocresía moral (la fama de
indecencia de la polémica novela y las insinuaciones de sus enemigos de que no
se atrevería a venderla) sino por defensa de la dignidad intelectual (sus
lecturas y consultas a personas cualificadas como Bundrish hasta asegurarse de
que es un libro de calidad aunque, como ya le advierte el aristócrata, no “será
entendido”). (...).
Quedan automáticamente apuntadas otras novelas de Fitzgerald como deberes de
lectura, como A la deriva o La flor azul, biografía novelada de
Novalis.
6 comentarios:
Voto por esta para empezar y "Deo gratias" a las nuevas tecnologías por dejarme participar en este culto templo.
Gracias, Carmen. Contabilizo tu voto y ya te voy contando. Un beso.
Estamos de enhorabuena!. Por fin Rafa tiene un blog y nosotros podremos disfrutar de los libros que nos recomiende y especialmente de sus comentarios. Muchas gracias Rafa.
Yo prefería algo de Corín Tellado, Marcial Lafuente Estefanía, Bucay, Coelho y autores de este estilo, pero sé que son demasiado 'arties' y elevados para vosotros. Así que me conformaré con 'La librería', que suena a muy vulgar, sobre todo para una estirpe como la mía, los Montijo.
Bravo Rafa.
Hora de comienzo: 7:30 de la mañana (ya ha amanecido, no es necesaria la luz eléctrica). Hora de finalización: 9:45 (mi madre llamó cuando faltaban apenas veinte páginas).
¿Qué solía leer Florence Green?
Bravo por ti Carmen. He ahí los auténticos lectores, los que son capaces de leerse una novela de una sola sentada (aunque ayude que sea algo ameno e inteligente como la presente novela... Florence Green leería a Penélope Fitzgerald, claro). Te escribo recién vuelto de León, después de haberme comprado en una librería de viejo, "Adíos a Berlín" de Isherwood, una eterna cuenta pendiente que me tiene fascinado y que me aliviará del frío de esta noche de sábado. ¿Tú te la has leído? ¿Qué tal como siguiente propuesta?.
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